Mary Bell: La historia de una niña asesina.
- Andy Vaam
- 24 sept 2015
- 3 Min. de lectura
Una de las preguntas más grandes que se ha hecho la criminología, es el intentar saber si un asesino nace siniestro o si el mundo en el que vive lo convierte, pese a su voluntad, en un ser tan ruin. Las teorías acerca de esto han sido, siempre, discutidas. Pero hay casos terriblemente estremecedores, donde, para la apreciación general, el victimario pasa a convertirse en una simple víctima. Cuando hablo de esto me refiero a la típica pregunta: ¿Qué tan perturbado puede estar la mente de un niño, para cometer un homicidio?
El caso de Mary Bell, es uno de los más impresionantes de la historia. Esta niña, con su carita angelical y su infancia ya perdida, fue imputada y encarcelada por asesinar a dos niños a la edad de 11 años. ¿Por qué tanto mal? ¿Cuáles fueron las razones? ¿Qué intentaba lograr la pequeña? Nadie lo sabe.

La infancia de Mary Bell fue terrible. Una familia desestructurada, una madre prostituta, un padre ausente, maltratos constantes y abusos de todo tipo. La madre de Mary Bell no aceptaba ni quería a su propia hija, se sabe, incluso, que en más de una ocasión intentó deshacerse de ella. Incluso, se llegó a decir que siendo todavía muy pequeña intentó matarla haciendo creer que era un accidente.
Con solo cuatro años, según ella misma relató en el juicio, su madre la incluía en esos encuentros privados con sus clientes. Hecho que, sin duda, fue hiriendo, a la niña, tanto física como psicológicamente, causando ya desde el inicio una falta de equilibrio, dibujándole una realidad donde no existían límites morales, ni respeto, ni valor por las personas y su integridad. Convirtiendo a una dulce niña, en un monstruo sin sentido de moral y sin razón alguna, para amar su vida y la de cualquier otro ser humano.

Fue el 25 de mayo de 1968 cuando Mary afiló definitivamente los hilos de su gestada malignidad al estrangular a un niño de cuatro años, Martin Brown. Lo hizo justo el día antes de su cumpleaños, dejándolo después abandonado en un campo y cubierto por la maleza. Pero su curiosidad o sus ansias, no se vieron satisfechas con esta primera muerte. En absoluto. Porque dos meses después, lo volvió a hacer.
Y esta vez se acompañó por una amiga, una niña de 13 años llamada Norma Bell. Ambas, tomaron a un niño de tres años llamado Brian Howe y lo asesinaron a sangre fría, sin ningún remordimiento ni sentido de culpa que valga. Según los informes policiales, la propia Mary volvió horas después hasta donde habían dejado el cuerpo del pequeño para inscribir una “M” con una navaja en el cuerpo del niño. En su estómago. Después, con unas tijeras le cortó el cabello y sus genitales.

Mary Bell, de once años de edad fue juzgada y sentenciada. Se concluyó que padecía una psicopatía, y puesto que era demasiado joven para ser llevada a prisión, se juzgó la necesidad de llevarla a una institución psiquiátrica. El mismo diagnostico fue para su amiga, Norma Bell.
Esta niña asesina estuvo institucionalizada hasta 1980, garantizándole siempre el total anonimato, en especial cuando en 1984, fue madre por primera vez. Pero finalmente los periodistas dieron con ella y todo salió a la luz de nuevo, incluso su propia hija no tardó en conocer el verdadero pasado de su madre.

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